miércoles, 19 de octubre de 2016
Nuevos y complicados telefonos moviles
No sabemos que hacer con los móviles
Mis hijos pequeños se burlan habitualmente de mí, porque dicen que no entiendo nada de teléfonos móviles, ni de ordenadores.
Ya con ocho y diez años ellos son unos verdaderos expertos en muchas tecnologías, mientras que a mí no hay quien me las haga entender.
Es natural, porque estos niños de hoy nacen rodeados de aparatos y desde la más tierna infancia ya están acostumbrados a ellos: consolas, móviles, ordenadores, tablets, portátiles…
Cuando yo tenía su edad, jugábamos con muñecas, caballos de plástico, figuritas de vaqueros e indios, clicks, gomas elásticas, a la pelota y otras cosas que los niños modernos consideran raras.
Yo me echo a temblar cada vez que se me estropea mi móvil, porque lo único que quiero de mi teléfono es que sea pequeñito, se vea bien la pantalla y sirva para hacer y recibir llamadas.
Cada vez que digo eso, en las tiendas se sonríen y me dicen con tono de autosuficiencia, que no me preocupe, que el móvil me servirá también para hacer llamadas y recibirlas.
¡Pero no quiero cámaras de fotos, ni internet, ni linternas, ni tiendas on line, ni jueguecitos de esos que a mis hijos les encantan!
¡Sólo quiero un teléfono para llamar a mi madre y a mis hermanas que viven en París!
A veces parece que nadie me entiende.
Con dieciocho años, recuerdo que tuve en las manos mi primer teléfono móvil.
Era gris oscuro y muy grande, pero funcionaba a las mil maravillas. Entonces yo lo usaba para recibir llamadas y enviarle mensajes de texto románticos a mi novio.
Mis padres en su juventud, ni podían imaginar que en el futuro, podríamos hablar por teléfono sin estar conectados a un cable en la pared.
Un día consulté por curiosidad, cuál fue el primer móvil de la historia.
Me sorprendió saber que ya en el año 1897, un señor llamado William Edward Ayrton (catedrático de física) se refirió a este invento como algo que aparecería en un futuro no muy lejano.
En 1946, en San Luís (Misuri) se instaló el primer antecedente de telefonía móvil.
Pero no fue hasta 1957 cuando se patentó el invento, un teléfono móvil desarrollado a finales de los años 50 (me refiero al siglo XX) por un científico soviético: Leonid Ivanovich Kupriyanovich. Daba servicio en un radio de treinta kilómetros de distancia.
En esa época ya era todo un descubrimiento.
Nada comparado con lo que después vendría, ya que hoy yo puedo hablar por móvil con mi familia de Francia o de cualquier lugar del mundo prácticamente.
El mercado de la telefonía móvil, al poco tiempo de nacer, se vio sobrepasado, gracias al enorme interés que suscitó en todo el mundo.
Hoy no entendemos el día a día sin él. Parece mentira que hace escasos cuarenta años, todo el mundo vivía feliz y despreocupado sin saber si quiera lo que era un teléfono móvil…
Y ahora, intenta tú quitarle a uno de mis hijos sus móviles, y en su estado de ánimo se desencadenará un huracán de fuerza cinco. Mejor ni intentarlo.
Que no digo yo que la tecnología no sea útil y necesaria, pero a mí algunos aparatos me parecen demasiado complicados.
Creo que la semana que viene me voy a apuntar a un taller de nuevas tecnologías que organizar la asociación de vecinos de mi barrio, dirigido a torpes tecnológicos como yo.
A ver si aprendo algo.
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